Este verano, en Finca El Cabillón hemos vuelto a tener la suerte de recibir a personas voluntarias a través del programa WWOOF, una experiencia que enriquece no solo el trabajo en la finca, sino también la convivencia y el aprendizaje compartido.

Su presencia aporta alegría, nuevas miradas y un entusiasmo que se contagia.

Cada persona que pasa por aquí deja su huella y nos recuerda el valor de construir proyectos de forma colaborativa.

Leonor, una de las voluntarias de este año, nos contaba: “Una experiencia muy buena en todos los sentidos. Una delicia poder participar en un proyecto tan maduro y completo como el de Finca El Cabillón, con un enfoque tan social. El trato recibido por el equipo humano ha sido atento y acogedor en todo momento. Para repetir, sin duda.”

Por su parte, Louis compartía al despedirse: “Muchas gracias de nuevo por todo. Aprendí muchas cosas con vosotros y vuestro proyecto me toca mucho. Recibí una acogida increíble y he trabajado con mucho gusto. Ojalá que pueda trabajar de nuevo con vosotros. Un abrazo.”

Comentarios como estos reflejan la esencia de lo que vivimos en El Cabillón: la importancia de acoger y compartir, de trabajar la tierra con manos diversas y corazones comprometidos.

Para todo el equipo, tener la compañía de voluntarios y voluntarias es un regalo que hace el día a día más ameno, más humano y más esperanzador.

Por ello, no podemos más que dar las gracias a quienes eligen sumarse a nuestro proyecto y desear que esta experiencia, como dicen ellos, sea solo el comienzo de un camino compartido.