La italiana Franchesca Vinagli conoció el proyecto de piso compartido que Fundación Edes desarrolla en La Caridad a través del Servicio Voluntario Europeo (SVE), un programa de voluntariado que financia la Comisión Europea y que va dirigido a jóvenes de entre 18 y 30 años. Desde el primer momento le gustó la propuesta, así que mandó el currículo y en octubre llegó a la capital franquina dispuesta a convivir con tres jóvenes con diversidad funcional y a ayudarles en su día a día.

-¿Cómo conociste el proyecto de Edes?

-Lo encontré en la web del servicio de voluntariado europeo y me gustó porque está relacionado con lo que yo estudié en Italia. Hice una carrera de cinco años de
la rama sociosanitaria y soy operatriz sociosanitaria, lo que te permite trabajar en muchos ambitos como el de las personas con discapacidad.

-¿Cómo fueron los primeros días?

-Yo había estado de Erasmus en España y también me fui de voluntaria a Palestina, pero nunca había estado durante tanto tiempo lejos de casa, así que el primer mes
fue duro. Tienes que adaptarte a otro país, a otra vida y es complicado. Con el tiempo aprendí a estar sola y me demostré a mí misma que puedo hacer lo que me proponga si lo quiero de verdad.

-¿Qué te parece el proyecto de piso compartido?

-Es un proyecto muy bonito, que te enseña mucho. Me siento a gusto con los chavales y ayudarles me da mucha satisfacción Lo interesante es que ellos me ven como
una compañera de piso, como una amiga y eso es muy bonito. Les ayudo pero de otra manera, con total libertad. Yo digo que no es un trabajo, que son mis compañeros y quiero que me vean así. Me marcho el 27 de marzo y lo que más pena me da es dejarles porque son como mi familia de aquí, pero volveré a verles.

-¿Qué les dirías a otras personas para que se animen a ser voluntarias?

-Es una oportunidad que deberían probar porque enseña mucho y te pone a prueba. A mí me ha servido para saber lo que de verdad quiero. Me gusta trabajar con personas con discapacidad y me gustaría dedicarme a ello.