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La visión de una madre

Publicado el 25-10-2012


“No imagino el futuro de Fran en casa; quiero que vea el mundo y se pelee con él”

 

Desde el primer momento la naviega Mª Carmen Fernández supo que a su hijo Francisco García Fernández –que acaba de cumplir 18 años- le ocurría algo, pese a la negativa de los profesionales médicos a los que acudió en los primeros años. Por eso, cuando finalmente le dieron la razón, respiró aliviada. En esta entrevista recuerda sus primeros pasos, la escolarización de Fran en Edes y el futuro que sueña para él.

¿Cómo te diste cuenta de que a Francisco le pasaba algo?
-Tuve un embarazo genial y un parto mejor, en tres cuartos de hora el niño estaba fuera, pero con un año no hablaba nada de nada y empecé a preocuparme. Yo le decía al pediatra que mi hijo mayor a esa edad ya hablaba correctamente y él me respondió que eso era lo raro. Luego empezaron a hacerle pruebas en Jarrio y todo era normal, hasta llegar al escáner. Entonces me dijeron que era posible que hubiera tenido una falta de oxígeno durante el parto.

¿Cómo afrontaste la noticia?
-Es muy duro, pero cuando buscas desesperadamente una explicación a algo y, por fin, la tienes…pues te quedas tranquila. Yo sabía que algo había y quería una explicación.

¿Cómo es la relación de Fran con sus dos hermanos?
-Con el mayor (Víctor, 27 años) es muy buena, Fran tiene en él un ejemplo a seguir y fue el que le enseñó a leer. Con el pequeño (César, 9 años) no es tan buena porque le hace más de rabiar. Víctor llevó muy mal la noticia de que a Fran le pasaba algo y creo que aún no lo comprende o no lo quiere aceptar.

¿Recuerdas tu primera visita a Edes?
-El día que supe de este colegio se me abrió la puerta del cielo. Vine con una amiga y nos costó un poco encontrarlo. Recuerdo que había mucha arena en el patio y un tractor y que Fran se subió rápidamente encima. Los demás padres siempre cuentan que la primera impresión les costó y que marcharon llorando para casa, pero yo debo ser un poco rara porque me fui contentísima. La verdad es que pensé que el neno en la escuela a la que iba era menos que el último, ya que estaba todo el día en una esquina y no se relacionaba con nadie, y aquí iba a ser el primero. Marché como si me hubiera tocado la lotería. Me costó más convencer a mi entorno, pero como soy
muy terca al final lo logré.

¿Qué cambios notaste en él una vez se integró en Edes?
-Cambió de tal manera que a los pocos meses ya hablaba. Empezó aquí un 9 de octubre del año 2000 y en las Navidades
ya no tenía pañales. No me arrepiento de nada.

¿Qué futuro sueñas para él?
-En casa no lo quiero, eso lo tengo claro. Mucha gente dice que pensar así es ser egoísta pero yo quiero que vea el mundo y se pelee con él. No me quiero morir y dejar un cargo a nadie, así que espero que tenga un futuro y sea feliz.

¿Qué les diría a las familias que no reconocen la discapacidad de sus hijos?
-Que espabilen y que acepten lo que tienen. Cuando hay una cosa, hay que verla porque, si no lo haces, estás perdiendo el tiempo.