Marta Fernández Bousoño
Publicado el 11-04-2022
La Boalesa Marta Fernández Bousoño forma parte por segundo año del equipo de voluntariado del programa de ocio y tiempo libre de Fundación Edes, en este número nos cuenta su experiencia en el programa.
¿Cómo llegaste a Edes y en qué consiste tu acción voluntaria?
Llegué a Edes gracias a Irma, una chica que era mi dinamizadora en Creando Futuro y que forma también parte de Edes. Ella me habló del voluntariado y me animó a entrar en este pequeño mundo. Soy voluntaria en el Programa de Ocio y Tiempo Libre de Fundación Edes, que consiste en hacer salidas por el entorno y fomentar así la autonomía y el ocio, entre otras muchas cosas, de las personas con discapacidad.
¿Qué conocimiento previo tenías de la entidad?
Sabía que había el colegio, pero no sabía nada del resto de programas ni de iniciativas que abarca.
¿Qué es para ti el voluntariado?
Para mí el voluntariado es dedicar tu tiempo libre a ayudar a quien lo necesite sin buscar ninguna recompensa material.
¿Cómo recuerdas esa primera experiencia?
Muy gratificante. Al principio con miedo porque era algo que nunca había hecho y no sabía cómo actuar, pero todos me trataron muy bien y me ayudaron a integrarme y a aprender. Suena típico, pero es la verdad.
¿Qué te aporta ser voluntaria?
Me aporta experiencias y conocimientos cada día que lo soy. Aprendes a mirar desde otros puntos de vista, a valorar las pequeñas cosas, a respetar, a cuidar tus palabras, a trabajar en equipo, a improvisar, a ser paciente… Siempre aprendes algo nuevo y, además, conoces a mucha gente.
¿Cómo ves la reacción de la sociedad ante las personas con diversidad funcional?
Cuando hablamos de personas con discapacidad siempre pensamos en que tienen muchas desventajas en la sociedad, pero cuando tienes algún vínculo con estas personas te das cuenta de que las desventajas son muchas más de las que se creen: miradas raras, pocas posibilidades de encontrar trabajo, lugares muy poco acondicionados... Afortunadamente, la discriminación hacia estas personas va desapareciendo, pero aún no es invisible ni mucho menos y debemos de ser conscientes de que está en las manos de toda la sociedad avanzar poco a poco, con pequeños gestos que sean la base de una sociedad inclusiva de verdad.
¿Recomendarías a otras personas que se hagan voluntarias? Por supuesto. Se aprende muchísimo y es una lección de vida que todos deberíamos de tener.